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Soy Andreu, tengo 24 años y este mes he tenido la oportunidad de participar en una visita de estudios en Bruselas en el marco del proyecto “MOOC – Minorías como oportunidad y ocasión para Chrysalis“. El objetivo principal de este proyecto es crear un curso en línea sobre metodologías de trabajo con grupos interculturales y/o que incluyan diferentes minorías (personas refugiadas, jóvenes delincuentes, comunidades aisladas geográficamente, víctimas de violencia de género, personas con diversidad funcional, etc.) destinada principalmente a profesores y educadores.

En esta visita, que se realizó del 7 al 14 de junio, participaron un total de 7 organizaciones: dos italianas, dos portuguesas, una belga, una austríaca y una catalana, la “Fundació Catalunya Voluntària”, que yo representaba. Por eso, este equipo multicultural de 7 personas visitamos diversas organizaciones de la capital belga que trabajan con diferentes minorías para recoger el máximo de información posible para la confección del curso en línea y de acceso abierto.

La primera visita fue en un centro para jóvenes, localizado en uno de los barrios más pobres de Bruselas, habitado mayoritariamente por familias emigradas y refugiadas. Allí pudimos  entrevistar al director y a dos educadores del centro, que nos explicaron las dificultades de trabajar con jóvenes en situación de riesgo de exclusión social, aparte del tipo de actividades que hacen y el enfoque educativo del centro. También pudimos hablar con Hamza, un chico de 15 años, que agradecía asistir a las actividades del centro por estar con otros chicos de su edad, hacer amistades y pasárselo bien.

El segundo día fue más intenso, ya que visitamos tres organizaciones: primero, una asociación que promueve el consumo de proximidad, la agricultura ecológica y las políticas verdes en el ámbito local; un centro/residencia para personas con discapacidad física, cuyas familias no  pueden responsabilizarse; y una organización que trabaja para la integración social de personas con discapacidad mental.

Los dos últimos días visitamos una organización que promueve la movilidad internacional entre personas jóvenes y adolescentes y una casa “okupa” constituida como una asociación que acoge personas con dificultades, como por ejemplo,  personas sin casa, artistas, estudiantes, viajeros o emigrantes sin papeles, entre otros.

En definitiva, fue una visita muy intensa pero no menos interesante, ya que si bien las organizaciones que visitamos diferían considerablemente la una de la otra, todas compartían  ciertos valores, como la tolerancia, el respeto, el altruismo, la solidaridad y la lucha por el bien común y los derechos de todas las personas. Agradezco, por tanto, la oportunidad que me ha dado la Fundació Catalunya Voluntària de haber podido conocer la capital belga y aproximarme a su sociedad desde el punto de vista del tejido asociativo y el trabajo social, cosa que me ha hecho crecer el interés y la motivación de cara a otros proyectos de este tipo.

Andreu