El 28 de septiembre, cerca de la ciudad de Vic, tuvo lugar el estreno de Somni d’una Nit d’Estiu, una producción teatral que se había estado gestando durante varios meses en el interior de una antigua masía fortificada del siglo XVI. Allí, en el centro teatral Actors Space, residen voluntarios del Cuerpo Europeo de Solidaridad: jóvenes de distintas partes de Europa que llegaron para sumergirse en el mundo del teatro y de una vida respetuosa con el medio ambiente.
La elección del material fue especialmente adecuada para este grupo internacional. ¿Qué mejor manera de unir a jóvenes europeos que a través de la célebre comedia de Shakespeare, escrita entre 1594 y 1596, registrada y publicada en 1600? ¿Podría haber un vínculo más perfecto que esta obra maestra que entrelaza con brillantez los hilos de la mitología y la literatura antiguas con el folclore inglés, del mismo modo que estos voluntarios entretejían sus diversos bagajes culturales en una visión artística común? La antigua masía donde vivían y trabajaban añadió otra capa de autenticidad: sus muros de piedra centenarios resonaban con la cualidad intemporal del texto shakespeariano.
La experiencia fue mucho más allá de una formación teatral convencional. Durante varios meses, los voluntarios participaron en tres talleres intensivos de una semana de duración, aprendiendo técnicas escénicas junto a actores locales experimentados. Pero sus días no se limitaron a los ensayos: también se sumergieron en la permacultura, cuidando los terrenos de la histórica propiedad y conectando con la tierra que acabaría convirtiéndose en su escenario. Este enfoque holístico que combinaba desarrollo artístico con conciencia ecológica y trabajo físico moldeó no solo sus capacidades teatrales, sino también su visión del mundo. Algunos nunca habían pisado un escenario; otros ya traían experiencia, pero todos se transformaron en este proceso creativo integral. Aprendieron juntos a crear teatro desde cero: desde el concepto inicial hasta los decorados, desde la visión hasta la escenografía. Fue este desarrollo multifacético y el esfuerzo colectivo lo que hizo que la representación resultara inolvidable, a medida que la línea entre profesionales y principiantes se iba difuminando en los largos ensayos, las sesiones de permacultura y los debates compartidos.
El director eligió un formato para la obra que encajaba perfectamente con el espíritu del lugar. La representación tuvo lugar en un prado abierto, con las montañas catalanas como telón de fondo natural y el público sentado en sillas bajo la luz del día. Al concluir la primera parte, todo el público, junto con los actores, se trasladó al bosque, donde se habían tendido cuerdas entre los árboles, instalado estructuras gimnásticas y dispuesto colchonetas de seguridad.
En el bosque, la naturaleza se convirtió en un auténtico protagonista. Los actores realizaron acrobacias entre los árboles, utilizando cada rama y cada rincón del claro como parte de la escenografía. La obra se representó en tres lenguas catalán, español e inglés transformando la comedia shakespeariana en un diálogo verdaderamente internacional.
El resultado superó las expectativas tanto de los organizadores como de los voluntarios. El aparcamiento estaba completo mucho antes del inicio previsto a las 17:00, y los coches se alineaban a lo largo del camino mientras los vecinos acudían a ver lo que estos jóvenes habían creado en sus montañas. El número de espectadores fue una agradable sorpresa, incluso para quienes ya estaban al corriente del evento. Tras la representación, la gente no tenía prisa por marcharse: se quedaban en grupos, conversando largo rato sobre lo que habían visto y compartiendo impresiones con los actores. Muchos se hicieron fotos en el mismo lugar donde acababa de representarse la historia de Shakespeare.
Aquella tarde demostró que el teatro puede trascender sus límites tradicionales y generar formas completamente nuevas de experiencia cultural cuando el arte, la naturaleza y la cooperación internacional confluyen.








