Erasmus no empieza con la primera clase. Empieza en el momento en que te das cuenta de que tus gestos habituales pueden provocar un escándalo diplomático en la residencia.
Imagina la situación: acabas de aterrizar en Sofía, entras en tu habitación y le preguntas a tu compañero búlgaro si quiere ir a cenar. Él asiente con la cabeza. Tú te alegras de haber encontrado compañía para tu primer día. Pero acabas cenando solo – resulta que en Bulgaria, el gesto de asentir significa “no”, y para decir “sí” se mueve la cabeza de lado a lado. Durante las primeras semanas, vives en una confusión constante, como en un mundo al revés.
Y eso es solo el principio de las aventuras gestuales europeas. Los italianos han convertido la gesticulación en un verdadero arte – su famoso gesto de juntar los dedos cerca de la cara puede significar cualquier cosa: desde sorpresa sincera hasta leve molestia. Si un italiano mueve la mano alejándola de sí mismo, no te está echando – significa “bah, eso fue hace tiempo” o “olvídalo”. En cambio, el gesto de pasar los dedos por debajo de la barbilla indica total desinterés por el tema.
En Grecia, los gestos son aún más complicados. Mostrar la palma abierta en la cara de alguien es una “moutza”, uno de los gestos más ofensivos en su cultura. Así que tu primer encuentro con un estudiante griego puede no ir como esperabas. Pero levantar las cejas no es sarcasmo, sino una forma educada de decir “te escucho”. El gesto de “llámame” puede significar tanto “llámame luego” como “vete ya” – todo depende del contexto.
Los franceses han elevado el encogerse de hombros a nivel filosófico. Ese gesto universal expresa desde un simple “no lo sé” hasta un profundo “así es la vida”. El encogimiento de hombros francés es como una navaja suiza de la comunicación no verbal: un solo gesto puede sustituir toda una conversación.
Los alemanes son precisos hasta en los gestos – se tocan la sien con el dedo para indicar que algo es una tontería. Los rusos hacen el mismo gesto, pero con el significado contrario: “piensa con la cabeza”. En Turquía, el típico gesto de “OK” con los dedos se considera ofensivo – mejor levantar el pulgar.
Polacos y ucranianos comparten el gesto filosófico de abrir los brazos – una respuesta universal a las dificultades de la vida. “Así es la vida, qué se le va a hacer”. Transmite sabiduría y aceptación. En Portugal, un gesto de despedida puede parecer una invitación a acercarse. ¿Confuso? Y tanto.
En Hungría, señalar con el dedo es de muy mala educación. En Chequia, tocarse la nariz significa “es un secreto”. En Finlandia, los gestos se usan poco – agitar las manos puede parecer extraño o incluso agresivo.
Lo más interesante es que estos gestos se han formado durante siglos – son parte del código cultural de cada país. Comprenderlos no solo evita malentendidos, sino que demuestra respeto. Erasmus es una escuela de comunicación intercultural, donde cada movimiento cuenta. Por eso, antes de viajar, conviene aprender no solo frases básicas, sino también los gestos más importantes del país de destino.
¿Y tú qué opinas? ¿Qué gestos catalanes crees que más desconciertan a los demás?