Mi aventura en España continúa, con recorrido a Madrid, a Cercedilla para ser más exacta. ¿Qué hago yo yendo a este pequeño pueblo con encanto? Como voluntaria SVE estoy obligada a participar en la formación a la llegada, en la zona de Madrid. Empecé mi viaje desde estación de Sants en Barcelona. Mi tren llegó exactamente a tiempo y mi sensación fue como coger un avión: teníamos azafatas, carro de comida y un espacio para poner la maleta (lo que no he experimentado antes en trenes). El viaje en tren fue muy relajado y agradable, tanto que en algunos momentos quería que durase más de esas 2 horas. Fue muy interesante ver el cambio de paisaje desde las verdes y floridas planicies y colinas de Cataluña hasta los campos amarillos y montañas de Madrid. Las ‘fotografías’ cambiaban junto con los colores y sentimientos que provocaban, haciendo sentir como una heroína de una peli independiente en búsqueda de introspección. Para mi gran sorpresa, estos 6 días fueron exactamente eso. Tomé unas decisiones muy importantes y aprendí muchísimo, lo que habla de la calidad, muy alta, de la formación.
Desde Puerta de Atocha (la principal estación de tren de Madrid) fui a buscar la ”estatua del viajero” donde iba a conocer a mis compañeros de SVE y a uno de nuestros líderes, Laura, para ir a Cercedilla. Después de estar buscando la estatua unos 40 minutos, por fin llegué al destino asignado, donde vi unas caras tímidas, con sus maletas, paradas alrededor de la estatua, aturdidas y confusas, como me veía yo. Después de unos minutos más, más caras aturdidas y confusas llegaron y empezamos a interactuar con las palabras: “¿Tú eres voluntario SVE?”, “¿estás aquí para tu formación a la llegada?” etc. Después de la incomodidad inicial, la estatua del viajero se llenó de jóvenes viajeros intercambiando historias sobre sus primeros días en España, sus proyectos, deseos y sueños para este año de voluntariado. Cualquier transeúnte podría sentir el sentido de comunidad y pertenencia solo con mirar este grupo extraño. Laura vino y nos acompañó hasta el bus, donde continuamos nuestras conversaciones sobre proyectos, deseos, lugares de dónde venimos, lugares dónde queremos ir. Antes de darnos cuenta, llegamos a Cercedilla.
La semana pasó volando con una velocidad asombrosa, sobre todo gracias a la energía global del grupo, la maestría de nuestros líderes de equipo, y a una comida muy sabrosa gracias a nuestro equipo de cocina en el Albergue. Debo admitir que antes de venir a esta formación me sentía un poco confundida en relación a algunos aspectos de mi SVE, pero con la ayuda de los lideres y de otros voluntarios finalmente logré entender las reglas básicas del ciclo de organización de envío y de acogida, cuáles son las obligaciones del supervisor y del tutor, mis obligaciones y las de ambas organizaciones, el funcionamiento de mi plan de seguro y todas las cosas relacionadas con mi SVE. Pero, aun mas que eso, hice mi objetivo personal para este año, que fue inmortalizado en una cinta que todos tuvimos la oportunidad de diseñar y crear por nosotros mismos.
Junto con el aprendizaje de cosas nuevas, conocí a un grupo de gente maravilloso de todos los lados de Europa, talentoso, creativo, inteligente, amable y generoso, cada uno a su manera y con muchas cosas para enseñar también.
Además de todo eso, tuve la oportunidad de bailar (gracias a mi amigo lituano por los bailes), de tocar un poco el ukulele y de promover mi organización y mi proyecto en la televisión nacional de España.
En suma, fue una semana intensa que siempre permanecerá en mi corazón y en mi mente. ¿Que más me pasará a partir de ahora?
Aleksandra