Mi proyecto de Servicio Voluntario Europeo comenzó justamente el pasado 2 de octubre, día de mi cumpleaños, marcando muy bien el inicio de una nueva etapa lejos de casa, en Palermo (Sicilia), que no podía empezar mejor, ya rodeada de gente que, a pesar de ser desconocida, me acogió con los brazos abiertos.

Ahora que me encuentro en el tramo final del proyecto intento mirar atrás con perspectiva y me doy cuenta de un montón de cosas.

En primer lugar, me doy cuenta de cómo he cambiado en tantos aspectos diversos por el hecho de haberme puesto a prueba viviendo en un país diferente, adaptándome a una nueva lengua y cultura, compartiendo piso y experimentando otras tantas cosas por primera vez.

En segundo lugar, me doy cuenta de que he construido un segundo hogar en el Mediterráneo, formado por todas las personas que he conocido, especialmente mi compañera de proyecto, de piso y de vida, la cual se ha convertido en aquella hermana que no tenía, que me llevo para siempre y sin la que esta experiencia habría sido muy diferente. La otra parte del hogar es esta ciudad, Palermo, cuna de tantas culturas que, a pesar de poder parecer inhóspita si nos basamos en estereotipos, me ha abierto sus puertas y calles y me ha hecho sentir como si fueran los de mi Terrassa.

Durante estos meses también me he dado cuenta de que he hecho muchas actividades diferentes y me he puesto a prueba dándome cuenta de que soy capaz de hacer muchas más cosas de las que pensaba; desde ayudar a la comunidad local, enseñar mi lengua mediante métodos no formales, escribir un proyecto, hacer promoción de la movilidad juvenil y un largo etcétera que me ha hecho descubrir un nuevo mundo.

Todas estas experiencias no las habría podido vivir si siguiera en casa, cómoda y sin arriesgarme a salir de la acogedora rutina que para mí era asfixiante.

Por último, me estoy dando cuenta de que vuelvo a tener tantas o más dudas que cuando no sabía qué hacer antes del proyecto. Parece que vuelvo a estar perdida sobre lo que ha de venir después del 31 de agosto. Sin embargo desde la experiencia sé que las dudas se acaban resolviendo y que probablemente me lleven a encontrar otro reto como mínimo igual de interesante porque, además, ahora cuento con un nuevo montón de conocimientos aprendidos.

En definitiva, me doy cuenta de cuánto ha valido la pena aprovechar esta oportunidad que, con toda seguridad, es la experiencia más enriquecedora que he vivido hasta el día de hoy y que aconsejo a todo el mundo que pase por un momento de bloqueo mental o que necesite un cambio que se embarque en esta aventura del SVE!

Marina