¡Hola! Me llamo Emma Pla y he hecho un SVE de corto duración en Ankara, Turquía, del 1 de abril hasta el 31 de mayo. Tengo dieciocho años y vivo en Sant Cugat del Vallès. Decidí hacer un año sabático cuando terminé el instituto y una amiga que se encontraba en la misma situación que yo me habló de estos voluntariados. Como me apetecía viajar, aproveché la oportunidad. Ahora que ya llevo unos días en casa puedo decir con certeza que hacer un voluntariado ha sido la mejor decisión que he tomado nunca.
Durante estos dos meses tuve el mismo horario cada semana, pero cada día hacíamos una actividad diferente. Los lunes sólo teníamos clase de turco, una hora y media al mediodía. Los martes trabajábamos en una escuela tres horas como profesores de inglés. Combinábamos gramática y juegos, adaptándonos siempre al nivel de los alumnos.
Los miércoles era trabajo de oficina, es decir, preparar cualquier cosa que tuviéramos que hacer durante la semana. Los jueves visitábamos una residencia de ancianos y organizábamos actividades para ellos, talleres de pintura o costura, entre otros, con los que aprovechábamos para interactuar con ellos tanto como fuera posible. Por la tarde, yo daba clases de español a turcos, las cuales había preparado el día anterior. Finalmente, los viernes por la mañana los pasábamos en una cafetería, preparando y sirviendo café y chai. Por la tarde teníamos clases de turco de nuevo. Los fines de semana eran libres.
Para mí no era la primera vez que viajaba sola, pero nunca había estado tanto tiempo fuera de casa ni tan lejos. Aunque me hacía mucha ilusión hacer un voluntariado, también estaba increíblemente nerviosa. La primera semana iba un poco perdida, pero rápidamente cogí el ritmo. Algunas actividades me gustaban más que otras y ciertos días se hacían un poco pesados. Pero yo estaba muy motivada para probar cosas nuevas y aprender. Yo creo que esta es la gracia de los SVE, que te ves obligado a salir de tu zona de confort.
En cuanto a los voluntarios, la verdad es que no hubiera podido tener más suerte. Todos conectamos inmediatamente. Cada día salíamos juntos o íbamos a algún lugar, junto con toda la otra gente que conocimos en los dos meses del voluntariado. Incluso hicimos algún viaje por Turquía. Desafortunadamente esto también hizo la despedida de lo más difícil.
Ahora que miro atrás a estos dos meses, puedo decir con certeza que ha sido la mejor experiencia que he tenido nunca. Ankara es una ciudad muy bonita, joven, con muchos lugares para ver y salir. Siempre me he sentido bienvenida y los turcos nos recibieron con los brazos abiertos. Me he ido con muchos buenos recuerdos y amistades que tendré por muchos años.
No puedo recomendar lo suficiente el Servicio de Voluntariado Europeo a todo aquel que quiera viajar o simplemente no tenga nada que hacer. Los costos son mínimos y es la oportunidad perfecta para probar cosas diferentes y conocer gente de otros países. No lo dejéis pasar. Yo tengo claro que haré otro en cuanto pueda.
Emma