La primera cosa que te viene a la cabeza cuando piensas en Georgia son dos cosas; uno de los estados que pertenece a EE. UU. o aquel país lejano entre Europa y Asia que un día fue parte de la disuelta URSS. Pues bien, en este caso, escogeremos la segunda opción.
Después de un viaje largo y poco ameno, llegamos a Tiflis, capital del país georgiano. La primera impresión que aparece en la cabeza es la idea de un país que está en época de transición al igual que la España post franquista. Una sociedad que comienza a experimentar cambios sociales y políticos fortísimos y que, la desigualdad, al igual que la esperanza se respira en cada esquina de las calles. Un país que sorprende por esta curiosa fusión entre oriente y occidente, y que por momentos no puedes creer que está dentro del mismo continente europeo.
Un choque cultural duro, y a la vez curioso, que te enseña, que Europa es plural, diversa y poco unida. Una sensación poco usual, donde puedes ver personas aparentemente con pocos recursos, pero llevando un Iphone, y paralelamente, personas, aparentemente ricas, y conduciendo un coche casi destruido. Un país curioso, poco usual, pero muy interesante a partes iguales que descubrirlo, puede ser toda una odisea.
Si por sí solo Tiflis rompe con todos los moldes, la experiencia acaba de empezar, porque, ahora, la aventura hasta Kobuleti es para recordar.
A las ocho de la mañana en punto, en la estación central de trenes de la capital, tomamos el tren en un viaje de cinco horas y hacia Kobuleti.
Después de un trayecto donde las montañas, los árboles, las azafatas altas, presumidas, todas como princesas vestidas de azul, un pañuelo rojo de cuello, maquilladas como reinas árabes y el color verde de los árboles que chocaban de vez en cuando los cristales del tren fueron los protagonistas de la mañana. Al cabo de unas horas, por fin llegamos a destino.
Kobuleti, es una población marítima de Georgia muy especial, curiosa, singular y mágica frente al Mar Negro, donde entre piedras, agua y mucha naturaleza, convive una sociedad temperamental, emotiva y peculiar. Un pueblo que ofrece pocas atracciones turísticas, pero, sin embargo, que a pesar de ser pocas, invitan a experimentar aquel aire postsoviético entretenido, diferente y muy histórico.
‘Active Citizens for Reconciliation’, es el título que recibe el fabuloso, emotivo, conmovedor, intenso y a la vez interesante’ Training Course ‘que durante nueve días nos enseñó, marcó y también emocionó. Una experiencia que promete hacer reflexionar a todas las personas que formamos parte de ello.
Este proyecto de alguna manera tenía como principal objetivo explicarnos de manera amena que el mundo está lleno de conflictos, y quizás no tanto a nivel nacional o global, sino también a nivel personal con otras personas, y que, a pesar de muchas veces no ser completamente conscientes, estos pueden contarnos tantas cosas, tanto a nosotros mismos como respecto a los demás.
Un estudio, un conocimiento, una reflexión y una lección que lleva a los más distantes y fríos a pensar que siempre, en cada historia, sea simple o compleja, en cada minúscula parte hay presente un trasfondo que no hay que ignorar que cada historia lleva dentro alguna explicación que a la vista de los demás es completamente invisible.
Una cesta es un recipiente portátil hecho de cañas, mimbres, palmito, o de otras plantas fibrosas, entretejidas, de base oval o rectangular con un asa travesera a la mitad de su longitud, y así es también la vida. Tejer relaciones entre personas, crear vínculos, discutirse, quererse y reconciliarse.
Durante toda esta semana, tejer fue el verbo más utilizado después de reconciliación. Cuando eres totalmente consciente de las mil situaciones que vives, y que en algún momento u otro deberás resolver, descubres que, queda en tus manos, que la reconciliación, sea positiva o no tanto positiva, es responsabilidad compartida, y que, la empatía, es sin duda, imprescindible.
En febrero volveremos, ahora, pero, para empezar a pulir paulatinamente el estudio que hemos empezado el grupo, y porque de alguna manera, tengamos la oportunidad de ver el jugo que hemos extraído del limón, y por poder palpar, como de intenso será nuestro estudio una vez terminado, el cual no rebelaremos hasta el final, cuando, el mimbre esté bien tejido, y nos dé, como resultado, lo que realmente queremos.
Marcel