Escribo éste artículo con el objetivo de prevenir al sector educativo, reglado y no reglado, de la tentación de sustituir la educación presencial por la educación en línea, a causa de sus limitaciones, y para reconocer el valor único que tiene la metodología no reglada para un aprendizaje integral, útil e inclusivo en todo sistema educativo post-pandemia. 

En la actual situación de crisis global (sanitaria, económica, humanitaria, política, etc.) si existe un acuerdo unánime en la sociedad es el de las grandes ventajas que nos ofrecen las tecnologías digitales para la mejora de la humanidad. De ahí que no esté de más recordar los riesgos derivados de la enorme dependencia a las tecnologías digitales por parte de TODOS los sectores, incluyendo un sector (el educativo), en el que ello no era tan obvio hace tan solo unos meses.

Las herramientas digitales pueden ser, y de hecho son, de gran ayuda en los procesos de aprendizaje, pero cuentan con tremendas limitaciones para la educación integral de personas, cuya existencia en el año 2020 y en adelante está previsto que tenga lugar en el mundo físico y real y. no en el mundo virtual o digital.

Como formador y coordinador de acciones formativas he de convertir programas de formación presenciales en programa de formación en línea, pero me surgen dudas sobre si las tecnologías y herramientas digitales son el canal más adecuado, a causa de:

1) la brecha digital, ya sea por falta de conexión, de datos, de espacios adecuados o de competencias digitales, impidiendo a muchas personas conectarse y, por lo tanto, aprender en igualdad de condiciones

2). la no presencia física, que limita las comunicaciones e interacciones y dificulta la creación de un nivel elevado de confianza, perjudicando la calidad de las relaciones personales, quizás por el hecho de permitir (cuando no favorecer) qué versión de uno/a mismo/a se quiere mostrar a los demás, mientras que en el mundo real las personas controlan de qué manera quieren ser percibidas como parte de una pauta de comportamiento social.

3) la ausencia de movimiento, que impide la mejora de todas las habilidades que requieren actividad física, habilidades motoras y manuales, posicionamiento en relación con los demás o contacto físico, que no pueden realizarse en línea (siendo estas acciones fuentes privilegiadas de aprendizaje).

4) el número muy limitado de interacciones interpersonales y grupales (a pesar de los avances tecnológicos) y la necesidad de que una persona intermedie o modere, cuya intervención resulta clave (y cuyo papel está por definir).

5) el número limitado de acciones que pueden realizarse. Si la formación no reglada se define como “aprender haciendo” resulta obvio que hay muchas cosas que no se pueden hacer en frente de una pantalla de ordenador o de móvil.

6) la falta de conexión con el entorno físico (social, natural).

7) los riesgos reales para la salud (sedentarismo, adicción, vista cansada).

8) los riesgos para la libertad,  al estar la tecnología en manos de corporaciones privadas con fines lucrativos, las cuales proporcionan los medios y servicios de forma no gratuita, sino a cambio de información valiosa sobre gustos, hábitos, ideología, personalidad, etc.

Las tecnologías digitales refuerzan la comprensión y el aprendizaje en la medida que se complementan con las diversas técnicas pedagógicas presenciales, pero suponen una renuncia automática a una de las tres dimensiones y a la mitad de nuestros sentidos.

Siendo las personas capaces de usar todos sus sentidos (los 5 sentidos ‘clásicos’ más los 7 ‘nuevos’) y de moverse en un mundo con 3 dimensiones, conscientes del valor esencia de la educación, no parece que, si queremos  empoderar a las personas y desarrollar su enorme potencial,  la mejor noticia sea conformarse con un aprendizaje en línea que nos limita a la mitad de ellos y que, nos encierra más si cabe en la caverna digital.

Me llama la atención la extrema confianza que parece gozar la educación en línea en un momento en el que la tecnología todavía está muy lejos de poder ofrecer el mismo tipo de experiencia que ofrecen los sentidos, lo que, sin duda, va a cambiar en pocos años, a causa de los avances tecnológicos y científicos (realidad virtual, nanotecnología, etc.).

Si las innovaciones tecnológicas aplicadas a todo tipo de servicios y productos persiguen ofrecer una experiencia individualizada, rica e intensa desde el punto de vista sensorial, emocional, de forma que su hito máximo es poder ‘crear una experiencia’.; permitir su utilización en movimiento, ofrecer una mayor autonomía, libertad y responsabilidad al usuario, etc. quizás ha llegado el momento de aplicar exactamente los mismos objetivos que persigue la innovación tecnológica a la innovación pedagógica.

La buena noticia al respecto es que, si bien la innovación tecnológica todavía ha de llegar y es demasiado costosa,  la innovación pedagógica existe desde hace años y su puesta en práctica y utilización no es en absoluto costosa.

Con independencia de que los espacios para la educación presencial sean cada vez más limitados o no (esperemos que no), los retos tecnológicos aplicados a la educación sirven como recordatorio de que la metodología educativa no reglada ofrece un tipo de aprendizaje basado en la experiencia, que se nutre de la interacción, del trabajo en grupos y por proyectos, del desarrollo de actitudes, habilidades e intereses, del aprendizaje entre iguales, la reflexión y la conciencia crítica, etc.

En un contexto de incertidumbre donde nuestro tiempo, nuestros recursos y capacidades parecen ser menos de los que pensábamos ¿hemos de esperarnos 5 o 10 años a que las tecnologías ofrezcan una experiencia virtual, pretendidamente similar a la formación no reglada (aunque, en realidad, muy diferente) para entender los beneficios de la metodología no reglada?

¿Vamos a aceptar introducir la metodología no reglada solo cuando venga de la mano de la innovación tecnológica o científica, siendo que podemos incorporarla desde ya, gracias a los esfuerzos y dedicación de muchas entidades y personas de forma continuada en el tiempo?

En este sentido, la introducción de la metodología de aprendizaje servicio en el sistema educativo fue sin duda un paso importante en la dirección correcta. Quizás la situación actual nos obliga a realizar nuevos pasos en la misma dirección.

Lluc