Desde hace un mes dejé otra vez mi preciosa ciudad, para empezar mi nueva aventura: el Servicio Voluntario Europeo, aquí, en Barcelona. Una grande ciudad, con muchos turistas y sorpresas, como el día de Sant Jordi, ¡uno de los días más guay! Este día es muy famoso y desde que llegué a Barcelona, todos me han hablado de él. Así que, el día de Sant Jordi salí de la oficina para coger algunos materiales y en Passeig de Gràcia la vi, la Casa Batlló decorada con muchísimas rosas y las calles llenas de libros y rosas de todos los colores, ¡Qué fuerte!
Al principio, cuando me mudo a una nueva ciudad, me parece vivir en una burbuja, acostumbrándome a esta, a sus tradiciones, a su gente, a sus horarios y por supuesto, a su vida mundana. Pues, en un mes he tenido buenos tiempos y malos momentos. Pero lo que me ha gustado más de este mes ha sido la formación de llegada, en Miranda De Ebro, en Castilla León.
La formación de llegada empezó el 29 de abril, después de seis horas de tren (en el que vi la película Thor tres veces). En el hostal éramos 25 personas de toda Europa y era la primera vez que nos encontrábamos, al menos para algunos de nosotros.
El primer día rompimos el hielo y empezamos a conocernos con las actividades team building, las clases de castellano (¿Qué pasa ti@?) organizadas por los coordinadores, hablando Spanglish y bebiendo cerveza al ritmo de “the dance of the EVS”.
El tiempo pasó rápidamente, y fuimos a Orbaneja Del Castillo, una ciudad pequeña con cascadas y un fantástico cañón. Además, el último día los coordinadores (Alba, Kris, Santi y Thomas) prepararon un camino a lo largo del río que creó en nosotros un flujo de emociones, ¡fue genial!
En resumen, si estás pensando hacer un SVE, ¡hazlo! Y con la formación a la llegada conocerás un montón de gente, harás nuevos amigos y vivirás nuevas emociones.
Roberta.