Mi experiencia como voluntario europeo haciendo el SVE está siendo muy positiva. Llegué casi hace siete meses, en octubre. El tiempo pasa rapidísimo. Encontré esta oportunidad por casualidad y ya es sin duda una de las mejoras decisiones que he tomado nunca.
Estoy a Anzola dell’Emilia, Bolonia, una ciudad increíble del norte de Italia. Aquí he conocido a muchas personas de toda Europa que ya se han convertido en amigos para toda la vida. Sobre todo a raíz del On Arrival Training -OAT, una semana de formaciones en una ciudad al azar del país, donde reí como nunca. Con ellos he visitado Nápoles, Roma, Florencia… e incluso Torre Pellice, un pequeño pueblo en el Piamonte donde vive mi mejor amigo aquí. Dio la casualidad que compartimos las mismas aficiones y los chistes salen solos.
Una buena fue cuando nos bañamos en el Mediterráneo genovesa, Mar de Liguria, en el mes de noviembre durante el OAT. O cuando hemos salido de fiesta y hemos acabado tomando el control del ordenador y de la música del bar para poner lo que queríamos. También me lo he pasado muy bien aprendiendo a hacer los tortellini, el plato por excelencia de la región con permiso del ragú.
Mi SVE es muy gratificante y me doy cuenta en pequeños detalles: que una chica venga y me diga que el examen lo ha ido muy bien gracias a mi ayuda; que mejoren su español cada día; que me pregunten porque no estaba ayer en el centro juvenil … Cuando tu ausencia se nota, estás haciendo las cosas bien.
El SVE es una experiencia 100% recomendable para todos los jóvenes que quieran vivir un tiempo en el extranjero y no saben cómo, no se lo pueden permitir o simplemente no han tenido la oportunidad hasta ahora. A mí todavía me quedan cinco meses y muchos planes y viajes por hacer!
Alejandro.